¿Hablas para que te entiendan o hablas para demostrar cuánto sabes?
Me gusta todo lo relacionado con la comunicación y me parece fundamental saber comunicar bien. Siempre he pensado y estaréis de acuerdo, que uno puede saber mucho de un tema en particular pero si no sabe comunicarlo bien, de nada le sirve.
Los profesionales en general y los abogados en particular nos comunicamos constantemente con los funcionarios, con los clientes, con los jueces y fiscales, con peritos y con otros compañeros. Nos dirigimos al juzgado por escrito y oralmente en las vistas y comparecencias pero previamente nos comunicamos con nuestros clientes, que nos transmiten sus problemas y preocupaciones para que podamos darles una solución adecuada.
Para poder plantear bien un tema tenemos que entender bien el problema y eso pasa por una larga conversación o varias, en la mayoría de los casos. Pero tan fundamental como escuchar es adaptar nuestro lenguaje a la persona que tenemos delante.
En algunas ocasiones observo que, tal vez con el afán de demostrar sus conocimientos, algunos se dirigen al cliente como si estuvieran hablando con los miembros del tribunal o con otros abogados. Y el cliente, muchas veces, no pregunta por vergüenza. Resultado: no ha entendido nada y se va de nuestro despacho totalmente frustrado y perdido.
Pues bien, creo que hay distinguir entre aquellas ocasiones en que nos dirigimos al órgano judicial, bien por escrito o bien de palabra, en cuyo caso hay que adaptar el lenguaje al problema jurídico que se plantea y cuando nos estamos dirigiendo a nuestro cliente en nuestro despacho, que lo que quiere es que su abogado/a le entienda y, a su vez, entender lo que éste le plantea y en qué consiste el procedimiento judicial en el cual se va a embarcar.
Un ejemplo: si yo le digo a usted que “la acción de desahucio se enervará si consigna la cantidad adeudada antes de la vista” probablemente usted no me entienda, pero si le digo que si paga lo que debe antes del juicio no le podrán echar de su casa, me entenderá perfectamente.
Por eso, adaptemos nuestro lenguaje según las circunstancias en las que nos encontremos y así nos entenderemos, que es de lo que se trata.